Lo que más extraño. #SoyMamInmigrante:

Compartimos el relato de Mónica Barrios @mamidefer, venezolana, odontólogo, vive en Buenos Aires,Argentina hace más de dos año con su esposo y su hijo Fernando menor de casi tres añitos. Nos cuenta su proceso de adaptación y sus sentimientos como mamá emigrante. Monica nos dice #SoyMaminmigrante

Siempre me preguntan ¿Ya te adaptaste? Mi respuesta siempre ha sido ¡si!

@mamidefer y su familia

Más allá del clima, nunca sentí que debía adaptarme. Creo además que es fácil "adaptarse" al hecho de ir a hacer mercado y conseguir todo y sin colas, que funciona el transporte, que respetan los semáforos, que aunque puede haber inseguridad puedes salir de noche (con sus zonas de excepción) que puedes ir con el teléfono en la mano (sin descuidarse); a eso si me adapté desde el día uno.

El no tener a la familia cerca si ha sido más difícil de superar, pero la tecnología es maravillosa y nos podemos mantener en contacto siempre, aunque no es lo mismo, hace este cambio más llevadero.

Teníamos muchos temores, sobre todo por salir con un bebé de 6 meses, no iba a ser fácil estar solos en un nuevo país sin ayuda, sin amigos, sin conocidos siquiera. Esa fue una decisión que ya habíamos tomado después de estudiar varias opciones y posibilidades. Nos planificamos y lo pensamos.

¿Qué es lo más difícil? Lo más difícil es dar ese primer paso. Emigrar puede parecer solo hacer maletas y salir, pero no es así, es comenzar de cero, es estar lejos de los tuyos, de tu tierra, y claro que cuesta dejar tu vida por lo desconocido, pero ese paso dado responsablemente puede abrirte puertas. Asumirlo te dispondrá a nuevas experiencias y vivencias, siempre viendo el lado positivo de cada situación. No es que sea fácil para todos, pero si que valdrá la pena!!!

Mi motivo de emigrar de Venezuela, más allá de lo que puedan pensar los demás, no es tener más dinero, no poder ahorrar; es sencillamente la búsqueda de tener una mejor calidad de vida para mi hijo. Siempre pensé que él iba a crecer con sus primos, abuelos, tíos y me pesa todos los días que no los tenga cerca, pero poder salir en cualquier momento y llevarlo al parque, ir y comprarle algo tan simple con una manzana, me hace ver que si valió la pena. Con el tiempos, viene la calma y ya asumido todo se crean nuevos lazos, nuevas amistades.

Todos los días se aprende algo nuevo; ir a comprar frutas y verduras ya no es igual, debí aprender como le dicen por ejemplo la fresa es frutilla, cambur es banana, cebollín es cebolla de verdeo, pimentón es morrón, pero nada que no podamos aprender. En Argentina a la charcutería se le dice fiambrería y la frutería verdulería. La alimentación, a pesar de tratar de mantenerla como lo hacía en  Venezuela, se puede variar, adaptar sin ningún problema. Hay más productos y puedo ser más creativa. Acá se acostumbran a desayunar dulce, cosa que nosotros no estamos acostumbrados; sin embargo, nos gusta hacerlo de vez en cuando. Poco a poco nos vamos adaptando a este país que nos abrió sus puertas y nos ha tratado maravillosamente. Aquí mi niño crecerá con sus costumbres sin olvidar sus raíces venezolanas. Ese es mi compromiso.

Y si me preguntan ¿Qué extraño de Venezuela? Diré una y otra vez la gente, Mi gente. Ese sentimiento nunca cambia, ni siquiera con el tiempo. 

Maminmigrante / Mónica Barrios / Edición: Inés R. García Simoza

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