miércoles, 4 de octubre de 2017

Dejé a mis hijos aunque me duela el alma. Mamá emigra sola.

Dejé a mis hijos aunque me duela el alma

#Soymaminmigrante

Cuando una madre emigra lo hace con el corazón en la mano y las angustias en la cabeza. No
importa si se van con sus hijos, si decide dejarlos con un familiar para luego buscarlos, si son
adolescentes o bebés; los sentimientos, preocupaciones y anhelos son parecidos.


En octubre se celebra en Argentina el Día de las Madres, y aunque en la mayoría del mundo se ha
celebrado ya, queremos destacar muchas de las historias que vive una mama inmigrante. Vamos
a compartir en varios post varias vivencias y experiencias de muchas mujeres que con su propia
historia personal decidieron emigrar, cada una a su manera y con sus propias herramientas.


No queremos juzgar ni comparar; queremos un espacio para ser escuchadas, queremos compartir
experiencias para aprender. Por eso muchas mujeres, muchas como cualquiera de nosotras, nos
han hecho llegar sus historias de migración y nos han autorizado contárselas… con el único fin de
crecer juntas.


Doscientos dólares en el bolsillo y el corazón roto.

Una de las decisiones más difíciles cuando se emigra en familia es decidir cómo lo haremos. Para
muchos es una opción pensar que primero lo haga la madre o el padre y regresar luego a buscar al
resto. Es quizás doloroso y difícil pero valedero cuando se han pensado todos los pro y los contras
y se decide en conjunto.


Joyce es una joven venezolana de 29 años, casada hace 13 y con dos hijos de 12 años y 4 años. Con
apenas tres meses en Argentina ha pasado por una montaña rusa de emociones. “Llegue a Buenos
Aires por tierra, recorrí cuatro países, tarde diez días en llegar y finalmente lo hice con una
maleta, mi pasaporte con mis documentos, una esperanza y 200$. En Venezuela dejé mi vida
entera; allá están mis hijos”. Joyce no pudo estar para el cumpleaños de ninguno de sus hijos.
La nostalgia y la desesperación son constantes en su día a día. “Me deprimo, lloro mucho por todo,
me ha costado demasiado manejar mis emociones; cada día que pasa se hace mayor y algunas
veces pienso que me quisiera regresar... es duro”.


Sin embargo ella recuerda por qué tomaron esa decisión y aún sea de las más difíciles sostiene que
lo haría nuevamente. “Cuando decidí emigrar por la situación en la que estábamos en Venezuela;
estaba desempleada y mi esposo ganaba sueldo mínimo, apenas tenía unos dólares guardado de
un viaje anterior que vine a ‘raspar’”. Con el control cambiario en Venezuela y la asignación de
cupos en dólares para viajes con uso de tarjeta de crédito y efectivo, el método de “raspar” que
no es más que viajar solo con el fin de extraer el dinero, se convirtió en un método de ahorro para
muchos ciudadanos.


“Dejé a mis hijos porque no tenía suficiente dinero como para venir todos al mismo tiempo y
aventurar; es difícil como madre sacar a mis hijos de allá que no las están pasando muy bien a
traerlos así sin tener por lo menos un empleo y techo seguro”.




No todo es tan malo.

“Lo bueno de haber venido sola es que por lo menos es más fácil encontrar ayuda tengo la
oportunidad de ahorrar dinero para poder enviar. Mi esposo no está trabajando en este momento
porque la empresa está paralizada".


La incertidumbre, la nostalgia y la tristeza son sus compañeras, sin embargo Joyce se siente bien
sabiendo que puede enviar dinero a su familia. Guarda la esperanza de encontrarse pronto.


@maminmigrante
Edición @yosoyinesita

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